La clase de los cefalópodos (Cephalopoda) debe su nombre a dos palabras griegas: kephale que significa cabeza y podos que significa pies. Esto se debe a que denotan la presencia de pies (o mejor dicho tentáculos) en la cabeza. En esta clase encontramos especies como los calamares, pulpos, nautilos y sepias. Se trata de una clase de especies de activos depredadores exclusivamente marinos, cuyo cuerpo cuenta con un manto que presenta un sifón, con el que expelen agua a presión, obteniendo así un impulso que les permite el movimiento. El manto de los cefalópodos puede poseer células pigmentarias llamadas cromatóforos. La condensación o expansión de estas células debido a movimientos musculares intencionados, les confiere a los cefalópodos una peculiar característica. Y es que se trata de especies que pueden cambiar de coloración e incluso la rugosidad de su cuerpo, en cuestión de segundos, consiguiendo mimetizarse con el entorno de una forma sin igual en el resto de los grupos animales. Se ha descrito que algunas de las especies, también pueden utilizar los cambios de coloración corporal como mecanismo de comunicación entre los ejemplares.
Los cefalópodos tienen un tamaño variable en función de las especies. Hay especies que apenas alcanzan unos pocos centímetros. En el extremo opuesto, tenemos los calamares gigantes que pueden alcanzar los 19 metros de longitud y llegar a pesar casi una tonelada. Son sin duda alguna, estos calamares gigantes, los mayores invertebrados de los que se tiene registro.
El cuerpo de los cefalópodos, como hemos comentado previamente, se caracteriza por la presencia de tentáculos en la región cefálica. El número de tentáculos es variable, desde los 8 en el caso de los pulpos, hasta los 80 en el caso de los nautilos. Otra característica de los cefalópodos, que también se localiza en la región cefálica, es su boca. Esta está compuesta por un par de robustas y potentes mandíbulas, llamadas pico de loro (en alusión a la forma muy parecida del pico de estas aves), con las cuales el animal desgarra a su presa para alimentarse.
Existe una gran variedad en cuanto a las conchas de los cefalópodos. Hay especies carentes por completo de concha como ocurre en los pulpos. Otras especies, como los calamares y las sepias, poseen conchas internas más o menos desarrolladas. La concha de sepias es pequeña y curvada, estando internamente embebida en el manto. En los calamares la concha se ha reducido considerablemente y tan solo encontraremos una estructura proteica llamada pluma que también está embebida en el manto del animal. Finalmente, hay especies cuyas conchas son externas, como es el caso de los nautilos. Cabe destacar de estos últimos, que su concha externa está formada por una serie de cámaras de tamaños crecientes, que están cerradas y llenas de aire. Esto les permite mantener una flotabilidad neutral. La cámara más externa y por lo tanto la de mayor tamaño, no está cerrada, y es en la que el animal ocupa con todo su cuerpo, dejando únicamente los tentáculos y los ojos libres al exterior.