El orden Scleractinia, conocidos comúnmente como corales pétreos o corales duros, agrupa a los cnidarios responsables de la construcción de los arrecifes coralinos. Su característica más distintiva es la secreción de un esqueleto externo de carbonato cálcico (aragonita), que proporciona soporte estructural y protección al pólipo, y que, al acumularse durante miles de años, da lugar a las vastas formaciones de los arrecifes coralinos. Estos organismos presentan simetría radial, un pólipo cilíndrico con tentáculos urticantes y una estrecha relación simbiótica con algas dinoflageladas (zooxantelas), que les suministran gran parte de la energía necesaria para su crecimiento. Actualmente se han descrito aproximadamente 7.300 especies de corales duros, distribuidas principalmente en aguas tropicales y subtropicales, aunque algunas especies habitan aguas frías y profundas.
Morfológicamente, los corales duros muestran una gran diversidad de formas: desde colonias ramificadas y arbustivas, como las del género Acropora, hasta formas masivas y esféricas, como Porites, o especies solitarias de gran tamaño como Fungia. Cada pólipo se asienta sobre un esqueleto calcáreo llamado coralito, cuyas paredes y tabiques (septos) constituyen las principales estructuras de soporte. Los tentáculos, dispuestos alrededor de la boca, poseen cnidocitos con nematocistos que les permiten capturar presas. Su coloración suele depender de las zooxantelas simbióticas, aunque los propios pigmentos del coral también pueden contribuir a tonalidades rojizas, verdes o azules, en función de la especie y las condiciones ambientales.
En cuanto a su alimentación, los corales duros son organismos mixótrofos. Obtienen entre el 70 % y el 90 % de su energía gracias a la fotosíntesis de las zooxantelas, lo que explica su predominancia en aguas claras y bien iluminadas. Sin embargo, también capturan plancton, larvas de otros invertebrados y materia orgánica disuelta mediante sus tentáculos y mucosidades. Las especies de aguas profundas, carentes de zooxantelas, dependen exclusivamente de la alimentación heterótrofa, utilizando corrientes marinas para obtener nutrientes.
La subclasificación del orden de los corales duros refleja su diversidad ecológica y morfológica. En la actualidad el orden de los corales duros (Scleractinia) está formado por 89 familias entre las que encontramos familias como Acroporidae y Poritidae que forman grandes colonias ramificadas o masivas que edifican arrecifes tropicales. Los corales masivos y cerebriformes (familias como Faviidae y Mussidae) se caracterizan por su crecimiento lento y su resistencia a condiciones ambientales adversas. Finalmente, los corales solitarios y de aguas profundas (familias como Caryophylliidae y Dendrophylliidae) incluyen especies como Lophelia pertusa, capaces de formar arrecifes en zonas abisales.
Los corales duros desempeñan un papel ecológico crucial como ingenieros de ecosistemas, proporcionando refugio, alimento y áreas de reproducción a una vasta biodiversidad marina. Sin embargo, se enfrentan a amenazas significativas como el blanqueamiento coralino, causado por el aumento de la temperatura del mar y la acidificación oceánica, que afectan a su simbiosis con las zooxantelas. Su estudio es esencial no solo para la conservación de los arrecifes coralinos, sino también para comprender procesos evolutivos y adaptativos en ambientes marinos cambiantes.

