Oculina patagonica, conocida comúnmente como madrepora incrustante o coral incrustante, es una especie de coral duro perteneciente a la familia Oculinidae y al orden Scleractinia. El nombre del género Oculina proviene del latín ‘oculus‘ (ojo), posiblemente en alusión a la forma de los cálices, mientras que patagonica hace referencia a la región de la Patagonia, aunque, paradójicamente, su presencia en el Atlántico sur es anecdótica. Originalmente descrita en aguas atlánticas, su expansión en el mar Mediterráneo ha generado debate sobre si es una especie introducida o autóctona. Estudios genéticos recientes (Leydet & Hellberg, 2015) han demostrado que las poblaciones mediterráneas son genéticamente distintas de las atlánticas, lo que sugiere que no se trata de una introducción reciente, sino de una especie nativa con expansión reciente. Actualmente, Oculina patagonica es común en casi todo el Mediterráneo, especialmente en su cuenca meridional y oriental, y también se ha registrado en zonas atlánticas adyacentes como el litoral de Huelva (España). Coloniza tanto hábitats naturales como artificiales, a menudo en zonas poco profundas entre 0 y 10 metros, aunque puede encontrarse hasta los 200 m de profundidad.
Morfológicamente, Oculina patagonica forma colonias incrustantes, más o menos circulares, de color marrón verdoso debido a la presencia de zooxantelas simbióticas. Las colonias pueden cubrir desde unos pocos centímetros hasta varios metros cuadrados y presentar un espesor variable, siendo más gruesas en el centro. Sus coralitos son pequeños, de 1 a 2,5 mm de diámetro, y están muy juntos. Poseen 24 tentáculos cortos y gruesos, dispuestos en dos coronas. Un rasgo distintivo de esta especie es que los coralitos pueden estar completamente inmersos en la matriz calcárea, especialmente en las partes más gruesas de la colonia. Este carácter permite diferenciarla de especies similares como Cladocora caespitosa, que tiene cálices mayores y estructuras más prominentes, o Madracis pharensis, con cálices más separados y pentagonales. Otras especies mediterráneas como Phyllangia americana mouchezii o Polycyathus muellerae también pueden confundirse, pero presentan tentáculos más largos y estructuras calcáreas más desarrolladas o individualizadas.
En cuanto a su alimentación, Oculina patagonica combina dos estrategias tróficas. Por un lado, mantiene una relación simbiótica con algas dinoflageladas del género Symbiodinium (especialmente S. psygmophilum), que mediante la fotosíntesis producen nutrientes aprovechados por el coral. Por otro lado, como coral carnívoro, utiliza sus tentáculos con cnidocitos urticantes para capturar pequeñas presas planctónicas, como larvas y pequeños crustáceos. Esta dualidad le permite adaptarse a diversas condiciones ambientales y aprovechar al máximo los recursos disponibles.
La reproducción de Oculina patagonica puede ser tanto asexual como sexual. A nivel asexual, se reproduce por gemación, dando lugar a colonias clónicas. La reproducción sexual, menos frecuente, se produce generalmente a finales del verano, coincidiendo con la luna llena y con el descenso de la temperatura tras los picos estivales. La especie es gonocórica, es decir, existen colonias masculinas y femeninas. La fecundación es externa y da lugar a larvas planctónicas que posteriormente se asientan en el sustrato para formar nuevas colonias. Esta estrategia le permite colonizar rápidamente superficies vírgenes, actuando como especie pionera.
Un aspecto destacable de Oculina patagonica es su gran tolerancia ecológica: puede sobrevivir en ambientes con alta variabilidad de salinidad, temperatura, turbidez, acidez y contaminación. Esto explica su presencia creciente en zonas portuarias y artificiales, donde muchas otras especies no prosperan. A pesar de ser una especie fotófila que vive principalmente en zonas iluminadas, también puede encontrarse en cuevas poco profundas, adaptándose a ambientes con poca luz y menor concentración de zooxantelas. Durante los veranos extremadamente cálidos se ha observado blanqueamiento (expulsión de zooxantelas), como ocurre en Israel, pero a diferencia de muchos corales tropicales, Oculina patagonica muestra una notable capacidad de recuperación. Esta resiliencia, unida a su carácter oportunista, ha permitido que su área de distribución en el Mediterráneo supere los 20.000 km² y continúe en expansión.
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