Los isópodos son un grupo diverso de crustáceos que incluye especies tanto marinas como de agua dulce y terrestres. Se caracterizan por tener el cuerpo aplanado de arriba hacia abajo, con siete pares de patas similares entre sí, lo que da origen a su nombre (“iso” = igual, “podos” = pies). Actualmente, se han descrito más de 10.000 especies de isópodos, lo que los convierte en uno de los órdenes de crustáceos más variados. Su aspecto puede variar desde formas diminutas de apenas unos milímetros hasta especies gigantes que superan los 50 cm, como el Bathynomus giganteus, encontrado en aguas profundas.
Dentro de su clasificación, se distinguen varios subórdenes importantes. Los llamados isópodos marinos bentónicos (Valvifera, Idotea y familias relacionadas) habitan en el fondo marino y suelen alimentarse de algas o restos orgánicos. Los isópodos parásitos (Cymothoida), como las ‘piojas de mar’, se adhieren a peces y se alimentan de su sangre o tejidos. Los isópodos terrestres (Oniscidea), conocidos como cochinillas de humedad o bichos bola, incluyen géneros como Armadillidium y Porcellio; estos se han adaptado a la vida fuera del agua, aunque todavía dependen de la humedad para sobrevivir. Por último, los isópodos gigantes de aguas profundas (Cymothoida, familia Cirolanidae), como el ya mencionado Bathynomus, son un ejemplo espectacular de gigantismo en el océano profundo.
Morfológicamente, los isópodos poseen un exoesqueleto segmentado y rígido que les brinda protección. Su cabeza está fusionada con el primer segmento torácico y cuenta con antenas, ojos compuestos y piezas bucales adaptadas a diferentes tipos de alimentación, desde masticar plantas hasta perforar tejidos. El abdomen, o pleon, suele ser más pequeño que el tórax y termina en una estructura llamada uropodo, que en algunas especies ayuda en la natación.
En cuanto a su distribución, los isópodos se encuentran en todos los océanos, desde zonas intermareales hasta las profundidades abisales, así como en ríos, lagos y ambientes terrestres húmedos. Esta amplia presencia se debe a su capacidad de adaptación, que les ha permitido colonizar entornos muy distintos y desarrollar estrategias de vida muy variadas.
Su dieta es igualmente diversa. Los isópodos marinos suelen ser detritívoros, alimentándose de materia orgánica en descomposición, aunque también existen carnívoros, herbívoros y parásitos. Los terrestres, como las cochinillas de humedad, desempeñan un papel importante en la descomposición de hojas y madera muerta, contribuyendo al reciclaje de nutrientes en los ecosistemas.
La reproducción de los isópodos presenta características peculiares. La mayoría son dioicos (con sexos separados) y la fecundación es interna. Las hembras llevan los huevos en una bolsa incubadora ventral llamada marsupio, donde las crías se desarrollan protegidas hasta emerger como juveniles completamente formados, sin pasar por una fase larvaria. En algunas especies parásitas, la reproducción puede implicar cambios drásticos en el cuerpo de las hembras para adaptarse a su vida fija en el huésped.
En resumen, los isópodos constituyen un orden extremadamente variado y exitoso de crustáceos, presentes en casi todos los ecosistemas del planeta. Desde las pequeñas cochinillas que viven en nuestros jardines hasta los gigantes de las profundidades oceánicas, su diversidad de formas, tamaños y modos de vida los convierte en un grupo fascinante y esencial para el equilibrio de muchos ecosistemas.