Los caracoles marinos son moluscos fascinantes que solemos reconocer por sus conchas espirales, como aquellos que encontramos en la orilla de la playa. Pertenecen a la clase Gastropoda, un grupo enorme de invertebrados que suma más de 62.000 especies vivas descritas, aunque algunos expertos creen que la cifra real podría superar las 100.000. No todos los gasterópodos son marinos, pero los que viven en el mar constituyen una parte muy importante y diversa de este conjunto.
En cuanto a su clasificación, los caracoles marinos se distribuyen en varias grupos mas o menos numerosos:
- Subclase Caenogastropoda: incluye la mayoría de los caracoles marinos actuales. Aquí encontramos familias como Muricidae (caracoles murex o roqueros), Conidae (caracoles cono) y Turbinidae (caracoles turban). Son el grupo más abundante y variado.
- Subclase Vetigastropoda: engloba especies más primitivas, como Haliotidae (orejas de mar o abalones) y Trochidae (caracoles top). Suelen tener conchas muy ornamentadas y un sistema branquial más antiguo en términos evolutivos.
- Subclase Neritimorpha: pequeños caracoles como la familia Neritidae, de conchas lisas y brillantes, comunes en zonas intermareales y estuarios.
Morfológicamente, los caracoles marinos tienen un pie musculoso para desplazarse, una cabeza con tentáculos y ojos, y una lengua especial llamada rádula, cubierta de diminutos dientes quitinosos que les permite raspar, perforar o cortar alimento. Su concha, generalmente con forma en espiral, está formada por carbonato cálcico y crece a lo largo de la vida del animal, protegiéndolo de depredadores y condiciones adversas.
Su distribución geográfica abarca todos los mares y océanos, desde las cálidas aguas tropicales hasta zonas polares y desde la costa hasta las profundidades abisales. Habitan arrecifes, praderas submarinas, fondos arenosos y zonas rocosas expuestas al oleaje.
En cuanto a la dieta, algunos son herbívoros y se alimentan de algas y plantas marinas otros son detritívoros, consumiendo materia orgánica en descomposición, mientras que los carnívoros y predadores cazan gusanos, bivalvos, otros moluscos e incluso pequeños peces. Algunos, como los Conidae, han desarrollado potentes venenos inyectados mediante un diente modificado en forma de arpón.
La reproducción de la mayoria de las especies es por fecundación interna, produciendo cápsulas de huevos que fijan en el sustrato o en algas. Las larvas, llamadas velígeras, forman parte del plancton antes de metamorfosear en caracoles juveniles. Algunas especies presentan sexos separados, mientras que otras pueden ser hermafroditas, cambiando de sexo durante su vida.
En resumen, los caracoles marinos combinan una enorme diversidad de formas, estrategias y adaptaciones, reflejadas tanto en su clasificación científica. Son piezas clave en los ecosistemas marinos y un ejemplo perfecto de cómo la evolución ha moldeado la vida en el mar.